sábado, 25 de septiembre de 2010

Secuencias de "L'Amant"

Se filma la caricia, la distancia, el intervalo, el vacío.

Secuencias: una mano que sortea el espacio que la separa de otra, una mano que se aventura a la extrañeza, que titubea entre la distancia y el contacto, y una vez que siente a la otra no hay más que caricia: posesión imposible, saber no saber.

La mano surca los vientos y acaricia; la transparencia de un vidrio separa a los amantes, un beso se anticipa en el presentimiento de una distancia insuperable: mano que acaricia y beso suspendido en el tiempo, contactos delirantes presos de su aislamiento, dos átomos que caen y se encuentran, chocan y se colisionan para luego seguir su solitario andar. Amor: separación que liga, el vacío y el intervalo revelando el sufrimiento inevitable.

Hacer el amor: dos cuerpos que se acoplan, que embonan casi perfectamente, pero que en su mutuo deseo del otro han de caminar a la búsqueda de su placer. Entonces, el vaivén de las caderas, los ombligos que se tocan, que convergen para diverger, los labios secos y sedientos se aproximan distanciándose para tomar aliento: fusión imposible, pluralidad irreductible.

La poética del cuerpo en la imagen cinematográfica de Annaud es sublime, es justa con la obra y la vida de Marguerite Duras. Cuerpo, tiempo y experiencia se anudan en el blanco de la distancia, del intervalo y la separación.

Amor: encuentro entre dos átomos que se espiritualizan porque el contacto imprime una huella en nuestra alma, porque marca nuestro cuerpo: memoria. Porque en la distancia se reconoce que se amó, cuando el otro está ya lejos: el blanco de la pérdida.

Pérdida del himen, mutilación carnal: el amor tan fuerte como la muerte. El cuerpo en cuanto determinación radical: herida abierta. La pérdida de carne: una arruga en el rostro. "Muy pronto fue tarde en mi vida", dice Duras. Metamorfosis de la carne en espíritu. La experiencia llaga el cuerpo, alteración radical que perfila un rostro nuevo. Despertar a la determinación del cuerpo, a la materialidad. Si la carne se metamorfoseó en espíritu, es cierto también lo contrario: el archivo del espíritu lacera el cuerpo. Mejor: no hay experiencia sin cuerpo. Toda pasión es un acto y no hay acto sin pasión, todo acto detona un efecto-afecto.

Padecer el falo: afectividad pasiva, lo otro, al entrar desgarra, hiende, tira, jalonea, interrumpe, alumbra.

Alteración: lo otro desgarra, fractura. Indicación de la penetración del tiempo, del despertar al tiempo: la conciencia no deviene sino por la herida que derrama sangre. Despertamos al tiempo en el dolor y la pérdida. Experiencia: el tiempo de lo desconocido, viaje adonde no hay forma aún.

Penetración: experiencia de perturbación, percepción de nuestra violencia, conocimiento de nuestra crueldad. El amor, tan fuerte como la muerte.

El horror de Sa-dec, el horror del cuerpo: no hay vida sin horror. El cuerpo horroriza, el despertar al tiempo es un horror, el alba de la conciencia un horror; saberse deseado, saberse deseada: horrores.

La inocencia de un cuerpo asusta, la virginidad obnubila.


[Impresiones de la película El Amante, de Jean Jaques Annaud,
basada en la vida y obra de Marguerite Duras.]
 

El néctar

Cuerpo vibrante imantado
fluye en la amniosis,
se revela:
energía expansiva.

Cuerpo memorioso,
cuerpo sintiente,
mira el derrumbe de sus diques
destila el elixir:
savia en la que se diluye.

            [El agua: más fuerte que la muerte.]

Agua que corre
murmullo de la fuerza vital,
el grito se destila
en el hilo que se desmadeja:
en la fibra deshilacha.

Viento sin rumbo
sopla su aroma,
la garganta grita
abriéndose al fuego:
aliento inspirado.

              [El viento: tan fuerte como el amor.]

Florece la voz,
                              [expira]
florece el corazón,
los pétalos se bambolean
dispersos en el viento:
implosión que penetra,
rayo que cae vertical;
desde la altura
la divinidad desgarra
el tiempo de lo visible.

                               [Florece la flor: despertar.]

             [Late el corazón.]

Se asoma en la vibración,
se perfila en el tímpano:
un paisaje en movimiento:
círculos concéntricos que nos llevan
viaje adentro de la lluvia.

           [Sonoro el orígen Uno: conexión.]

Y en este llorar
el agua nos arrastra
hasta la mar
donde gota a gota
se agota la gota,
y todo uno.

Me disuelvo en la lluvia
y comprendo amar:
es devoción,
decidir arrojarse
al caudal de la sensación
néctar vital:
sabia vita.