domingo, 28 de noviembre de 2010

"Liverpool" de Lisandro Alonso

La frialdad del clima penetra hasta los huesos. El paisaje describe las relaciones humanas marcadas por una naturaleza agreste.

El frío penetra las fibras más íntimas y conduce a los seres humanos a una lógica de confinamiento, manteniéndose en el límite del lenguaje. Las circunstancias de la vida, la vejez o una enfermedad mental, atan a una morada liminar en la que las relaciones se revelan obstruidas por la deslumbrante claridad del blanco de la nieve, que se resiste al movimiento de verticalidad de los pasos; el tránsito y el desplazamiento llegan a ser muy penosos. La blancura, su frialdad enceguecedora, hace tan pesados los pies que como piedras de río --esas tan claras-- mantienen al individuo prendido de zarzales espinosos y rocas ásperas.

La imagen revela el gesto, algo a lo que no estamos tan habituados en el cine, el argumento y el discurso son lo de menos; lo que importa es la puesta en escena del cuerpo, su posibilidad expresiva y la insinuación del deseo más profundo en el rostro. Aquello que habla al que está ante la pantalla es el rostro, aquello que le toca es el gesto y no ya la música o las palabras reveladoras del sentido de la vida. Paradójicamente, la película nos lleva al límite del lenguaje verbal; afirma en la imagen que el lenguaje también es gesto, que el cuerpo es lenguaje. Implica un reordenamiento de lo sensible pues marca una diferencia de estilo que nos hace ver de otro modo atendiendo no ya al discurso, sino al rostro.

El drama --y habrá que cuestionarse si es un drama, puesto que los personajes lo viven como un destino sin llegar a vislumbrar otra posibilidad de estar y ser, porque no pueden decirse cuan absurda es la rutina del trabajo y el confinamiento al que los obliga el clima que profundizan estando más acá del lenguaje-- reside en que los personajes son alérgicos al lenguaje verbal; en la imposibilidad de tocar al otro con las palabras; en la renuncia a aclarar una vida y ponerse al tanto de lo que ha vivido el otro en tantos años, lejos del lenguaje verbal imposible narrar una historia y dar cuenta de uno mismo ante el otro, rendidos a ser sujetos no adviene el deseo porque no se lo asume.

Hay pues, un doble juego en este planteamiento fílmico: por una parte, hacer ver lo no-dicho verbalmente al nivel de la imagen con la centralidad del gesto, la propuesta sería ver de otro modo; mientras tanto, al nivel del relato y el drama de las vidas presentadas, la fuga existencial que subyace a la alergia del lenguaje verbal que conduce a los seres humanos a la lógica del confinamiento y a la soledad en la que el paisaje es gris, seco, agreste, áspero y rocoso, debido a que no hay otro que lea el gesto --a no ser el espectador que está detrás de la pantalla y nada puede hacer por el personaje destinado a la soledad. Es posible que Liverpool sea un grito de auxilio, una llamada de atención, para una humanidad presa de la imagen que no sabe ya como leer el gesto y lo que éste expresa, que ha olvidado la riqueza, la dicha y el amor que implica dirigir la palabra al otro.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Instante

Punto suspendido
cigüeña monópeda:
sin antes,
sin después.


Viento vital
destello que relumbra
rayo cegador:
conmoción.


Átomo solitario,
jade precioso
sin engarce,
dije sin suspenso.


Relámpago
                              que exalta
voz
                              que sobresalta
éxtasis
                              que rasga tiempo.


Hiato en el tejido
sueltos los hilos,
alhaja huérfana
                              brilla
en el agujero del tiempo,
en el ocaso del tiempo.


Engastado el tiempo,
amaneciendo eterno.

                        

sábado, 25 de septiembre de 2010

Secuencias de "L'Amant"

Se filma la caricia, la distancia, el intervalo, el vacío.

Secuencias: una mano que sortea el espacio que la separa de otra, una mano que se aventura a la extrañeza, que titubea entre la distancia y el contacto, y una vez que siente a la otra no hay más que caricia: posesión imposible, saber no saber.

La mano surca los vientos y acaricia; la transparencia de un vidrio separa a los amantes, un beso se anticipa en el presentimiento de una distancia insuperable: mano que acaricia y beso suspendido en el tiempo, contactos delirantes presos de su aislamiento, dos átomos que caen y se encuentran, chocan y se colisionan para luego seguir su solitario andar. Amor: separación que liga, el vacío y el intervalo revelando el sufrimiento inevitable.

Hacer el amor: dos cuerpos que se acoplan, que embonan casi perfectamente, pero que en su mutuo deseo del otro han de caminar a la búsqueda de su placer. Entonces, el vaivén de las caderas, los ombligos que se tocan, que convergen para diverger, los labios secos y sedientos se aproximan distanciándose para tomar aliento: fusión imposible, pluralidad irreductible.

La poética del cuerpo en la imagen cinematográfica de Annaud es sublime, es justa con la obra y la vida de Marguerite Duras. Cuerpo, tiempo y experiencia se anudan en el blanco de la distancia, del intervalo y la separación.

Amor: encuentro entre dos átomos que se espiritualizan porque el contacto imprime una huella en nuestra alma, porque marca nuestro cuerpo: memoria. Porque en la distancia se reconoce que se amó, cuando el otro está ya lejos: el blanco de la pérdida.

Pérdida del himen, mutilación carnal: el amor tan fuerte como la muerte. El cuerpo en cuanto determinación radical: herida abierta. La pérdida de carne: una arruga en el rostro. "Muy pronto fue tarde en mi vida", dice Duras. Metamorfosis de la carne en espíritu. La experiencia llaga el cuerpo, alteración radical que perfila un rostro nuevo. Despertar a la determinación del cuerpo, a la materialidad. Si la carne se metamorfoseó en espíritu, es cierto también lo contrario: el archivo del espíritu lacera el cuerpo. Mejor: no hay experiencia sin cuerpo. Toda pasión es un acto y no hay acto sin pasión, todo acto detona un efecto-afecto.

Padecer el falo: afectividad pasiva, lo otro, al entrar desgarra, hiende, tira, jalonea, interrumpe, alumbra.

Alteración: lo otro desgarra, fractura. Indicación de la penetración del tiempo, del despertar al tiempo: la conciencia no deviene sino por la herida que derrama sangre. Despertamos al tiempo en el dolor y la pérdida. Experiencia: el tiempo de lo desconocido, viaje adonde no hay forma aún.

Penetración: experiencia de perturbación, percepción de nuestra violencia, conocimiento de nuestra crueldad. El amor, tan fuerte como la muerte.

El horror de Sa-dec, el horror del cuerpo: no hay vida sin horror. El cuerpo horroriza, el despertar al tiempo es un horror, el alba de la conciencia un horror; saberse deseado, saberse deseada: horrores.

La inocencia de un cuerpo asusta, la virginidad obnubila.


[Impresiones de la película El Amante, de Jean Jaques Annaud,
basada en la vida y obra de Marguerite Duras.]
 

El néctar

Cuerpo vibrante imantado
fluye en la amniosis,
se revela:
energía expansiva.

Cuerpo memorioso,
cuerpo sintiente,
mira el derrumbe de sus diques
destila el elixir:
savia en la que se diluye.

            [El agua: más fuerte que la muerte.]

Agua que corre
murmullo de la fuerza vital,
el grito se destila
en el hilo que se desmadeja:
en la fibra deshilacha.

Viento sin rumbo
sopla su aroma,
la garganta grita
abriéndose al fuego:
aliento inspirado.

              [El viento: tan fuerte como el amor.]

Florece la voz,
                              [expira]
florece el corazón,
los pétalos se bambolean
dispersos en el viento:
implosión que penetra,
rayo que cae vertical;
desde la altura
la divinidad desgarra
el tiempo de lo visible.

                               [Florece la flor: despertar.]

             [Late el corazón.]

Se asoma en la vibración,
se perfila en el tímpano:
un paisaje en movimiento:
círculos concéntricos que nos llevan
viaje adentro de la lluvia.

           [Sonoro el orígen Uno: conexión.]

Y en este llorar
el agua nos arrastra
hasta la mar
donde gota a gota
se agota la gota,
y todo uno.

Me disuelvo en la lluvia
y comprendo amar:
es devoción,
decidir arrojarse
al caudal de la sensación
néctar vital:
sabia vita.